domingo, 12 de septiembre de 2010

3. Carretera y manta

Debido a la altísima densidad de población pocos lugares en el mundo tendrán tanto tráfico como Java. Sin embargo mi travesía por la isla ha sido feliz y relativamente cómoda. Ni los autobuses ni el viento me han hecho sufrir tanto como las cuestas de Sumatra.
Algunos dicen que Java es el alma de Indonesia. La mitad de su población vive en esta isla y es donde más dinero y desarrollo hay. Aquí se cuece todo. Es por eso que los colores rojiblancos dominan el paisaje. Como diría mi amigo Oscar (SF), aquí todos son del Athletic.
  Me esperaba una locura, un caos total pero Java me sorprende con orden, amabilidad, tranquilidad, sonrisas que se quedan grabadas para siempre y momentos curiosos. Estamos de Ramadán y por la carretera se ve a grupos de chavales tocando música y recolectando dinero. Alegría y colorido, colorido y alegría...

En Java hay varios volcanes. Los más famosos están en oriente y los dejo para después. Siempre están envueltos en nubes...

... no como en el llano, donde los ríos se convierten en el mejor aliado del hombre, la mujer y sobretodo, los críos...


... porque los mayores deben trabajar en el campo. Hay mucha cebolla y azúcar...

... y por supuesto arroz...

Empiezan a trabajar muy pronto...

... y acaban tarde...

Y cada día recibo una cura de humildad...

... aunque también haya algunas que vivan mejor que yo...

Lo que más me gusta de Java es su gente. Increiblemente amable e increiblemente maravillosa. Conmigo se muestran curiosos pero nunca me agobian, lo cual es un alivio. Serán muchas conversaciones agradables las que mantendré con ellos cuando paro a comer o a descansar...

... casi siempre con una sonrisa en sus labios. No sé si a la cría no le hace gracia que le blanqueen la cara o es que se parece a su padre, porque la madre no podía parar de reír...

Quizás algún día del mar reciba una visita inesperada que le cambie su vida...

En Jakarta los chicos de Bike to Campus me sacaron de la ciudad y en Probolinggo soy recibido por 15 ciclistas que me esperan a la entrada de la ciudad. Me hace mucha ilusión ya que nunca antes me había pasado...

así que no hace falta que me deseen buen viaje por escrito...

... ya que cada día será un regalo para mí, hasta que llegue a Ketapang, donde pasaré a Bali. Miro atrás y digo adiós, por ahora, a esta gran isla. Porque el volcán que se ve al fondo, si todo va  bien y mi pie me lo permite, recibirá mi visita en los próximos días...
 
Ahora toca llegar a Kerobokan donde me esperará una gratísima sorpresa. Pero eso es otra historia. El pelotón huele a vacaciones y descanso...

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